sábado, 30 de mayo de 2009

Democracia deliberativa


Democracia deliberativa
Roberto Gil Zuarth
27-Abr-2009
A través del voto se elige a los próximos gobernantes, pero también se fija el punto de partida de las deliberaciones sociales.




En 1985, Octavio Paz escribía que la democracia, por sí sola, no puede resolver todos los problemas. “No es un remedio sino un método para plantearlos y entre todos discutirlos”, afirmaba. Esa expresión resalta la vocación instrumental de la democracia. Su valor radica en que la acción colectiva surge de la deliberación. Con esa idea de la discusión como método, Paz se distanciaba de aquellos que entienden a la democracia como el gobierno de élites en constante competencia entre sí, pero también de la visión populista que asume que el “interés del pueblo” se revela como verdad palmaria y absoluta.

Paz cortejaba a una idea que a partir de las décadas de los ochenta y noventa se consolidó en una tradición conocida como “democracia deliberativa”. Frente a la visión elitista, la democracia deliberativa asume que el papel de los ciudadanos no se reduce a elegir a las personas que tomarán las decisiones. La democracia es vista como una articulación de esferas de mediación e interacción comunicativa entre personas, que exigen la participación activa de los ciudadanos y las instituciones que incentiven y protejan dicha participación. Contra la visión populista, la democracia deliberativa enfatiza en que el bien común se construye en el espacio público y que, por tanto, la deliberación sirve para agregar y armonizar los distintos intereses y preferencias.

La democracia deliberativa no ve a los partidos como estructuras de reclutamiento y selección de la élite dirigente. Tampoco como entes ideológicamente monolíticos que reflejan el sentir inmanente del pueblo. Los partidos son instituciones clave en la formación del juicio político. Crean opinión pública y canalizan intereses a los espacios de decisión política. Actúan como intermediarios porque su función es reducir la complejidad de la discusión pública. Materializan la representación política porque se organizan en torno a posiciones ideológicas, sistemas de valores y modelos de sociedad, a las que cada ciudadano puede adherirse y actuar en consecuencia.

Para esta tradición, las elecciones implican una deliberación. A través del voto se elige a los próximos gobernantes, pero también se fija el punto de partida de las deliberaciones sociales subsecuentes. El sufragio define el piso de las decisiones legislativas o de gobierno futuras. Las elecciones, desde esta perspectiva, son un momento específico en una secuencia de discusiones sobre problemas comunes y sus soluciones. Los electores, con su voto, respaldan o rechazan las políticas públicas que ofertan los partidos y los candidatos. El resultado electoral introduce o difiere temas en la permanente deliberación social.

El punto de partida que el PAN propone está en su plataforma electoral: apoyar al presidente Felipe Calderón en la lucha contra la delincuencia, con políticas que promuevan la corresponsabilidad eficaz de los distintos ámbitos y niveles de gobierno; devolver al ciudadano el poder de juzgar y castigar a sus representantes; fortalecer la rendición de cuentas y la transparencia en el uso de los recursos públicos, sobre todo en estados y municipios; reformar el mercado laboral, para aumentar la competitividad; potenciar nuevas plataformas de desarrollo sustentable, como las telecomunicaciones, el sector energético y las tecnologías verdes; alcanzar la universalización de los servicios de salud, entre otras. Una deliberación para modernizar a México y evitar el regreso a ese pasado que algunos añoran.

Los electores, con su voto, respaldan o rechazan las políticas públicas que ofertanlos partidos y los candidatos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario