martes, 12 de enero de 2010

Olvidos, silencios e incongruencias

El debate suscitado a propósito del desliz de ocho centavos, el 1% de aumento nominal, sobre el precio de las gasolinas que, en 2009, se mantuvo “congelado” como parte de las medidas que el Gobierno Federal adoptó para amortiguar los efectos de la crisis económica mundial, estuvo plagado de olvidos, silencios e incongruencias. Veamos.

Olvidos. La política de deslizamientos al precio de la gasolina se ha implementado en las últimas dos décadas, primero con fines recaudatorios y, después, para orientar decisiones de consumo y aumentar los recursos en la economía nacional. A pesar de esta política, tenemos gasolina más barata que en Estados Unidos, Brasil, El Salvador. Lo primero era posible cuando México no importaba gasolinas y el precio en nuestro país era mayor que el de Estados Unidos. En los últimos años ha aumentado la dependencia de gasolinas importadas (4 de cada 10 litros) y, desde 2004, el precio en México es menor que el precio en el extranjero. Esto significa que la gasolina se subsidia. Y es aquí donde aparecen los olvidos. En 1995, el año de la crisis que sí se originó en México, no se congeló el precio de las gasolinas, sino que, por el contrario, se ordenó un incremento de 35% en enero y aumentos mensuales de 0.8 por ciento. Al finalizar el año, las gasolinas eran 66% más caras. La medida que el gobierno priista adoptó para enfrentar la crisis que ellos mismos crearon fue aumentar el precio de la gasolina para hacerse de más ingresos. En cambio, el ligero desliz realizado en diciembre pasado tuvo como fin disminuir gradualmente el subsidio a ese combustible, para reducir la salida de dinero público hacia el extranjero y, también, lograr las metas que los diputados fijaron en el paquete económico para 2010.

Silencios. A pesar de que el precio de la gasolina se mantuvo congelado durante todo 2009, las entidades federativas recibieron íntegras las participaciones por venta de gasolinas. Estos recursos derivan de una modificación legal (2007) que ordenaba aumentos de 12 y 14 centavos para la Magna y la Premium, respectivamente, durante el primer semestre de 2009. Esto es, para fortalecer las finanzas de estados y municipios, el Congreso ordenó incrementos a las gasolinas. Ningún gobernador renunció a sus participaciones. Hubo 17 mil millones de pesos a noviembre de 2009 de recursos participados, 4 mil 500 de subsidio a los gobernadores dado el congelamiento del precio, pero todos en silencio.

Incongruencias. Mantener el precio de las gasolinas costaría 60 mil millones de pesos al año. Todo el programa Oportunidades y una y media veces el Seguro Popular. Pero sólo beneficia a 20% de la población con mayores ingresos. Es altamente regresivo. Sorprende que el PRD como oposición defienda esta política de subsidios y, como gobierno, promueva el aumento en el precio del transporte público. Ni que decir de la posición del Verde: nada más en México se escucha a supuestos ecologistas promoviendo, a través de la defensa de más subsidios, el consumo de combustibles contaminantes.

En el debate político sobran olvidos, silencios e incongruencias. Hace falta más memoria, responsabilidad, serenidad y, sobre todo, reformas.

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